Sistemas de mantenimiento innovadores y menos contaminantes
Como marca, es crucial empezar a pensar en esta fase del ciclo de vida de la prenda: cuando la prenda ha llegado a manos del consumidor y ya no está en nuestra tienda, pero sigue generando un gran impacto en el medio ambiente.
Una buena elección en cuanto a materiales es un gran comienzo. La ropa confeccionada con tejidos «resistentes a las arrugas», como el poliéster o la lana, por ejemplo, no necesita planchado, por lo que podemos ahorrar energía, agua y emisiones de CO2. Desafortunadamente, los tejidos sintéticos tienen otro gran problema: la liberación de microplásticos durante el ciclo de lavado a máquina. Estas diminutas partículas se desprenden de las prendas sintéticas, como los polares y otras prendas deportivas, debido a la intensidad de los ciclos de centrifugado que tensionan la fibra y, dado su tamaño tan reducido, no pueden ser captadas por los filtros de las lavadoras, acabando directamente en nuestros mares.
Existen en el mercado bolsas especiales para la recogida de microplásticos durante los ciclos de lavado de la ropa; Las marcas que trabajan con estos materiales podrían, por ejemplo, venderlos junto con las prendas, para concienciar a los clientes un uso responsable y ponérselo más fácil.
Otras elecciones acertadas en términos de materiales implican las temperaturas y los productos químicos utilizados durante el lavado. Algunos tejidos se pueden lavar a temperaturas muy bajas, lo que supone un ahorro energético, mientras que algunos lavados, como la limpieza en seco, además de suponer un inconveniente para el cliente que necesariamente debe acudir a la lavandería, emplean disolventes muy contaminantes y peligrosos para la salud humana.