Bajo demanda y preproducción
La pandemia ha llamado la atención sobre uno de los problemas que ha afectado durante mucho tiempo al mundo de la moda: la desproporción entre oferta y demanda y el consiguiente problema de exceso de existencias. Según el informe de McKinsey “El estado de la moda 2021”, incluso antes de Covid-19, el exceso de existencias y las rebajas generalizadas proliferaban en la industria de la moda hasta el punto de que solo el 60% de las prendas se vendían a precio completo, generando miles de millones de dólares en pérdidas de ingresos y márgenes. Durante la pandemia, la situación empeoró: ante una caída masiva de los pedidos, los niveles de existencias aumentaron significativamente, a pesar de los esfuerzos de las marcas y los minoristas por limitar los daños.
La producción bajo demanda se encuentra entre las tres prioridades para abordar estratégicamente el problema de la sobreproducción, junto con la reducción de la complejidad del surtido y un nuevo equilibrio entre precio y valor de los productos. Cuanto mayor sea el porcentaje de producción bajo demanda, menor será la sobreproducción.
En los últimos años, muchas marcas han adoptado el sistema de entrega: lanzamientos de recogida programados (semanal o mensualmente, normalmente) de un número limitado de productos en lugar de todos a la vez, limitando así el desperdicio y al mismo tiempo creando implicación y expectativa en el cliente. respecto a estos acontecimientos, lo que les obliga a mantenerse actualizados.
Gaia Segattini Knotwear, una marca italiana de prendas de punto, por ejemplo, utiliza este sistema y lanza mensualmente sus ediciones limitadas: lanzamientos de colecciones monoproducto, prendas funcionales adaptables a diferentes tipos de cuerpo, continuas en el patronaje y siempre nuevas en términos de colores y estampados. elaborado con restos de hilos finos de empresas de la región de Las Marcas.
Si hasta ahora el modelo de producción bajo demanda era prerrogativa de las marcas más pequeñas, ahora lo experimentan cada vez más las grandes, como Reebok, que ha probado sus modelos con el voto de los consumidores, condicionando la producción a superar un umbral mínimo de demanda. , o Telfar, que gracias al pedido anticipado ha probado un modelo de producción justo a tiempo, en el que los consumidores compran artículos antes de que se produzcan y los reciben varias semanas o incluso meses después.
Una estrategia que va de la mano de la producción bajo demanda es comprender las preferencias de los consumidores, para poder dirigir la producción a satisfacer la demanda, y la tecnología es una herramienta muy útil para evaluar y analizar datos.
En última instancia, los modelos de pedido anticipado o “hechos a pedido” previenen la sobreproducción, limitan el desperdicio y fomentan el consumo consciente. También es una forma de oponerse a la cultura de alentar a los clientes a querer más y más novedades a gran velocidad, educar a los clientes a esperar y desear, mientras se crea un sentido de participación y exclusividad en torno a los nuevos artículos.