Greenwashing
Datos recientes de la Comisión Europea muestran que muchas marcas y minoristas de moda son culpables de hacer un lavado verde y exagerar sus credenciales de sostenibilidad sin pruebas.
Esto es lo que definimos como “lavado verde”: empresas que dan una impresión falsa de su impacto o beneficios ambientales.
Por ejemplo, muchas marcas hacen una amplia gama de afirmaciones sobre las fibras que utilizan sin proporcionar pruebas de sus credenciales medioambientales.
Los consumidores también deben prestar atención al significado de las etiquetas y certificaciones (ver el siguiente capítulo): hay más de 200 etiquetas medioambientales activas en la UE y más de 450 activas en todo el mundo; algunos de estos métodos e iniciativas son fiables, otros no.
Las marcas también pueden afirmar que sus productos son sostenibles, teniendo en cuenta sólo ciertos componentes de sus productos, por ejemplo, hablando de materiales y aspectos ambientales, pero omitiendo procesos y aspectos sociales, y compartiendo así información engañosa.
Esta actitud poco clara e inconsistente entre palabras y acciones afecta también al compromiso social. Muchas marcas de moda importantes han apoyado públicamente causas sociales, por ejemplo, en solidaridad con movimientos como Black Lives Matter y Stop Asian Hate en las redes sociales. Este apoyo debe traducirse en acciones responsables para abordar la discriminación y la desigualdad en sus operaciones y cadenas de suministro.
Sin embargo, el Índice de Transparencia de la Moda informa que sólo el 3% de las marcas divulgan voluntariamente la brecha salarial étnica anual en sus operaciones y sólo el 8% publican sus acciones sobre la igualdad racial y étnica en sus cadenas de suministro.[1]
Esto es particularmente sorprendente considerando que enormes volúmenes de producción tienen lugar en regiones donde las cuestiones de migración, castas y etnicidad facilitan el abuso y la explotación laboral, como en India, Bangladesh, Pakistán, Nepal y Sri Lanka. En la India, por ejemplo, los trabajadores textiles a domicilio son casi en su totalidad mujeres y niñas de comunidades étnicas históricamente oprimidas que sufren grandes volúmenes de explotación; o los trabajadores de una comunidad de castas inferiores son el objetivo de los reclutadores de trabajadores migrantes de la confección.
El lavado verde engaña a los actores del mercado y no da el valor adecuado a las empresas que realmente se esfuerzan por ecologizar sus productos y procesos. En última instancia, perjudica los intentos de avanzar hacia una economía más verde.
Para abordar este problema, la Estrategia Europea para Textiles Sostenibles da directivas sobre el lavado verde. El reglamento establece que se prohibirán las declaraciones ambientales que no estén respaldadas por herramientas para medir el desempeño ambiental, como certificaciones reconocidas, y que las etiquetas voluntarias de sostenibilidad que cubran aspectos ambientales o sociales tendrán que basarse en la verificación de terceros o ser establecidas por autoridades públicas.
Mientras la Unión Europea piensa en cómo establecer estas directivas, el grupo Kering acaba de publicar una «Guía para las afirmaciones de sostenibilidad», como parte de la guía del grupo para la estrategia de sostenibilidad, que explora muchos aspectos de la comunicación de la sostenibilidad, como el uso de afirmaciones precisas y verificables, que no hagan mal uso de imágenes relacionadas con la naturaleza. Todas las marcas pertenecientes al grupo deberán cumplir una serie de directrices precisas para hacer más transparente su comunicación con los consumidores.
En última instancia, es esencial que las declaraciones de desempeño ambiental de empresas y productos sean confiables, comparables y verificables en toda la UE, para alentar a los actores del mercado (consumidores, empresas, inversores) a tomar decisiones más ecológicas.
[1] Fashion Transparency Index 2022 , p.11